miércoles, 1 de enero de 2014

¿Te llegó mi Mensaje de Texto?

Carlos Penalillo Pimentel

No me refiero al uso de los SMS en situaciones de sismo, como el último del 25 de Noviembre que igual no funcionaron a pesar de tanta publicidad que le hicieron para no “sobrecargar” las líneas, lo que intento entender es a las personas que tienen la mala costumbre de no responder las consultas, llamadas o los saludos

Estoy seguro que nos ha sucedido a todos, de una u otra manera. Las comunicaciones definitivamente han sufrido una súper revolución tecnológica, de la que nadie en su sano juicio puede ya estar ajeno, porque de lo contrario quedas rezagado inexorablemente al siglo pasado, a pesar que, para los que lo vivimos, creemos fue más elegante, cordial y atento a como es ahora.
Sería conveniente que las nuevas generaciones sepan cómo se desarrollaron las comunicaciones y en qué consistían las cartas, esquelas, tarjetas de felicitación, tarjetas de navidad, tarjetas de pésame y tantas otras expresiones de sociabilización humana a los que se añadían detalles finos o de suma cortesía como lo eran las cartas perfumadas, las poesías elaboradas, los sonetos bien estructurados con métricas impecables que definitivamente despertaban el interés del receptor.
Luego del telegrama, del cual recuerdo de niño recibíamos noticias de la familia en Huánuco, fue el teléfono que muy pocas familias podían acceder a tenerlo, fue a la mitad de los años 70 que recién empezó su masificación y definitivamente pasó a ser el medio de comunicación más importante, pero a pesar de ello, aún usábamos la escritura manual para los asuntos arriba comentados.
A fines de los 80 se inicia la gran transformación tecnológica del siglo XX con el advenimiento de las computadoras personales, que así como sucedió con los teléfonos, por su costo eran de uso elitista hasta los inicios de nuestro actual siglo que bajaron considerablemente de precio siendo asequible para la mayoría. En el interín aparece el celular, aquel “ladrillo” que costaba 3,000 dólares y que las personas que podían adquirirlo tenían que salir a un espacio abierto para que funcione (costumbre que aún queda).
El internet fue, sin lugar a dudas la contribución más importante, desde la conexión que tardaba minutos luego de sonidos estridentes e incomunicación telefónica hasta los 4G con opciones ilimitadas y accesos infinitos. Los correos se convirtieron en “mails”, las bibliotecas en “buscadores” que en segundos te informan por completo.
Las memorias RAM, los bites, Giga bites, velocidad y demás funciones inimaginables año a año iban creciendo y desarrollando cada vez mas y mas. Ni Julio Verne ni el creador de los Súper Sónicos alcanzaron a sospechar tanto avance tecnológico. Hemos pasado de computadoras que necesitaban un espacio del tamaño de una habitación con solo 1 Mb de capacidad a Ultrabooks de 500 GB de capacidad con 8 GB de memoria RAM y 2 GHz de velocidad. De los celulares analógicos unifuncionales a los Smartphones con ilimitadas características.
Las redes sociales sacaron nuestros “periodistas escondidos” podemos opinar en Twitter, el Facebook nos acerca a la familia y amistades lejanas, LINE nos permite envío de mensajes un poco mas amistosos, el Skipe nos brinda horas de charlas cara a cara. Si todo esto lo gozamos ahora, como será en el tiempo de nuestros nietos.
Este desarrollo definitivamente es ambivalente, depende de nosotros orientarlo hacia lo beneficioso y de máximo provecho para todos los aspectos de nuestras vidas, lo que me lleva a un aspecto que es motivo de esta reflexión, el mostrar siempre respeto respondiendo a los llamados ya sean verbales, telefónicos, correos, mails o SMS. Cuando usamos cualquiera de estas herramientas de comunicación y no tenemos respuesta nos
quedamos en la disyuntiva de pensar si lo recibió, está muy ocupado, no le interesa o sabe Dios qué otra razón más, pudiendo en todo caso evitar esto con una muy corta y rápida respuesta que se resume a solo 2 letras: OK

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