Gracias por salvarme la vida
Carlos Penalillo Pimentel
Ayer domingo se apersonan a donar voluntariamente sangre dos jóvenes y ante este inusual hecho, les pregunté que los motivaba a hacerlo “a nuestra profesora le salvaron la vida y en agradecimiento venimos a donar”
A diario el Banco de Sangre del Hospital Rebagliati atiende alrededor de 250 solicitudes de hemocomponentes, es decir sangre, plaquetas, plasma fresco y crioprecipitados a igual número de pacientes ya sea por alguna enfermedad crónica, accidente, cirugía complicada o como ha sucedido esta semana, transplantes de hígado y corazón. Pero la pregunta cae de madura, ¿De dónde sale tanta sangre para cubrir tal necesidad?
La respuesta ideal sería, de los donantes voluntarios de sangre como ocurre en muchos países del mundo que alcanzaron ya el 100% de donación altruista. Nosotros, en el Perú a duras penas llegamos a 5%, siendo el resto obligación del paciente depositarlas para cirugías o enfermedades crónicas oncológicas o hematológicas en su mayoría.
El término exacto de ese 95% de donantes es de “reposición”, pero realmente esto no ocurre en la totalidad de casos, solo un pequeño número de pacientes devuelven los hemocomponentes consumidos que al final fueron los directamente responsables de salvarles la vida.
Esto me hace recordar lo que le sucedió a Jesús cuando se le acercaron 10 leprosos para que los sanara. El accedió, todos fueron sanados y solo uno fue agradecido para con Dios. Podemos decir 2012 años después que en el Rebagliati no solo 10 sino decenas de pacientes son sanados y uno solo se acerca a agradecer y devolver la sangre usada.
Porque nuestra sociedad es tan desagradecida, creemos tener derecho a todo sin dar nada a cambio, porque nos cuesta tanto pensar en el prójimo o ponernos en situaciones que algún día sucederá a cada uno de nosotros, o acaso somos inmunes a los accidentes o enfermedades crónicas.
Ante esta realidad, el camino que nos queda, además de insistir tercamente en la donación voluntaria, es el de ser cada vez más exigente en la reposición de lo usado y crear en ellos la conciencia del bien recibido, una especie de “cadena de favores” como esa maravillosa película donde cada favor recibido tenía que retribuirse en tres personas .
Es momento de actuar y no seguir pensando detrás de un escritorio el por qué no superamos ese mínimo 5% de donantes voluntarios que tristemente cuenta el Perú
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