miércoles, 1 de enero de 2014

Relativismo moral o decadencia social

Carlos Penalillo Pimentel 

Los sinvergüenzas pueden estar de plácemes ya que con las nuevas corrientes pueden encajar tranquilamente con la fina denominación de “relativistas morales”

A diario observamos situaciones cuestionables en nuestro entorno, en las calles y en la vida pública y política con mayor frecuencia. La corrupción y la falta de respeto resultan el pan de cada día en nuestro querido Perú donde los conceptos de Etica y Moral cada vez son más lejanos a la realidad, siendo los procedimientos éticamente incorrectos los predominantes y en muchos casos las personas que caen en esto finalmente se constituyen en víctimas y resultan siendo personajes maltratados dignos de ser consolados.
Pero esto no es novedoso en la realidad peruana, Manuel González Prada a inicios del siglo XX nos lleno de ejemplos en su gran prosa sarcástica de vivencias tan similares a las que tenemos ahora. El librepensador anarquista dejo plasmado las denuncias en sus obras como Páginas libres, Horas de lucha, Anarquía, Discurso en el Politeama  entre otros.
Hay una corriente que gana popularidad últimamente y se hace fuerte en sociedades europeas que propugnan que la moralidad no está basada en ninguna norma absoluta y que el comportamiento ético depende de la coyuntura y cultura social. A esto le denominan “relativismo moral”
Vivimos pues un momento donde los amantes del comportamiento moral y éticamente incorrecto encuentran su tabla de salvación en esta teoría y acusan a los absolutistas ortodoxos como “intolerantes”, como si el mal de cualquier índole o grado debe ser tolerado. Todas las noches vemos las noticias de abusos, violaciones, crímenes, negligencias, robos, corrupción, tráfico de influencias, etc, etc. Debemos entonces entender que todos estos casos serían producto de la coyuntura o cultura social.
El máximo representante de la Iglesia Católica, Benedicto XVI denunció a inicios de diciembre del presente la lógica del “relativismo moral” que niega la ley moral natural y la dignidad del hombre, además de remarcar que los principios éticos “no son negociables”. En otras entrevistas indicó que el relativismo moral, en vez de trazar el horizonte hacia una sociedad libre, justa y compasiva; tiende a producir frustración, desesperanza, egoísmo y desprecio por la vida y la libertad de los demás.
Gracias a Dios aún los que tenemos sentido común e intentamos vivir con principios éticos y moralmente correctos somos la inmensa mayoría. No se trata de fomentar la cacería de brujas ni caer en poses cucufatas trasnochadas, debemos hacer causa común y predicar con el buen ejemplo en todos los aspectos vivenciales, además de elevar nuestras voces de protesta cuando veamos situaciones corregibles para enderezar el camino. Bien dijo el maestro González Prada : “Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz. Dejemos la encrucijada por el camino real, y la ambigüedad por la palabra precisa. Al atacar el error y acometer contra sus secuaces, no propinemos cintarazos con espada metida en la funda: arrojemos estocadas a fondo, con hoja libre, limpia, centellando al Sol.”


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