miércoles, 1 de enero de 2014

Te invito a mi cumpleaños, lleva algo para compartir

Carlos Penalillo Pimentel

“La primera vez que observamos esto con mi esposa nos quedamos absortos, esto sucedió hará unos 8 años y al parecer esta increíble costumbre se ha masificado”

Tendría que consultarle a mi buen amigo y compañero Wilfredo Pérez Ruiz, experto en etiqueta social, marketing personal y buenas costumbres si estamos “quedados” en el tiempo o ya ha sido establecido dentro de la sociedad estas nuevas formas de celebrar cumpleaños, cosa que con toda seguridad en nuestra casa nunca lo haremos.
Los recuerdos nos llevan a la niñez donde todos los cumpleaños celebrados en casa se constituían en episodios alegres y de preparación previa: invitaciones formales, limpieza a fondo de la casa, si había que pintarla lo hacíamos, en caso de mis padres, preparábamos una buena cena, comprábamos buen licor y conseguíamos buena música, la cual también era siempre matizada con los “pregones limeños” que mi papá nos cantaba. En caso de nosotros se preparaba la torta en la casa, bocaditos, entremeses, gelatina, canchita, chicha morada, etc. Todo en la mesa principal a la espera de los invitados, los cuales, salvo algunas excepciones, llegaban con el regalito para el cumpleañero.
La felicidad del momento no solo radicaba en celebrar un año más de vida, sino el agradar a los asistentes con lo mejor que podríamos ofrecerles por su cariño fraterno, asistencia y participación.
Otros eventos familiares en casa eran los que organizábamos con motivos variopintos, por ejemplo fiestas patrias, un clásico U – Alianza, la clasificación de Perú al mundial (lo viví 3 veces), ascensos, carnavales y otros tantos donde el motivo era común entre los invitados y en esos casos si se les solicitaba las famosas “viandas” que consistía en llevar a la reunión platos fríos o calientes que previamente se acordaba  para no repetirlos, refrescos y trago. Así empezaba la fiesta a todo dar.
Ni en las peores crisis económicas que nos toco vivir, las del dictador Velasco, los aciagos años del terrorismo y en pleno fujichock recurrimos a pedir para celebrar lo nuestro, preferíamos mil veces no hacer nada y quedarnos solo los integrantes de la familia con algo muy franciscano.
También hay de los que organizan sus cumpleaños en buenos restaurantes, pero los invitados hacen su “chanchita” para pagar toda la cuenta, incluyendo obviamente la del que invitó.

La verdad no alcanzo a comprender estos cambios sociales ni en qué momento de la historia limeña se produjeron, quizás nos estamos volviendo personas raras y ridículas o simplemente el “chip” actual de los jóvenes sea así. Lo que sí estamos convencidos que en nuestro caso, con toda seguridad no sucederá.

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